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Crowley y el tarot como arma mágica

  • Foto del escritor: Francisco Moreno Rodríguez
    Francisco Moreno Rodríguez
  • 8 sept
  • 3 Min. de lectura

Mira, todos hemos visto a alguien leer el tarot en una mesa con mantel morado, diciendo cosas como: “veo un viaje en tu futuro”.Para Crowley, eso era como usar un Ferrari para ir por las tortillas.

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Porque él no quería un tarot para “predecir el amor”, quería un arsenal simbólico para abrir portales, despertar demonios interiores y reescribir tu cabeza como si fuera un grimorio viviente.


La baraja como pistola cargada

Imagínate a Crowley en los años 40, calvo, con bata de mago y mirada de “sé algo que tú no sabes”.En su mano no había cartas para entretener a señoritas aburridas, sino lo que él consideraba un arma mágica. Cada arcano era una bala cargada de astrología, cábala y thelema.

Cuando te tiraba El Eón, no era “un cambio viene a tu vida”, era:

“Felicidades, estás viviendo el Apocalipsis espiritual de toda la humanidad.”

Sutil, ¿no?


El tarot como propaganda de Thelema

Crowley jamás perdía la ocasión de infiltrar su filosofía en cualquier rincón posible, y el Tarot de Thoth es el ejemplo perfecto de esa obsesión. Bajo la dirección de Crowley, Lady Frieda Harris no solo pintó cartas: creó un manifiesto visual de Thelema, una especie de PowerPoint esotérico donde cada símbolo, color y trazo está cargado de intención mágica y doctrina personal.


Donde antes el tarot tradicional respiraba moral cristiana y advertencias sobre el pecado, Crowley reemplazó esos viejos dogmas por la exaltación de la lujuria, la libertad y la “verdadera voluntad”. El Juicio Final cedió su lugar a la llegada de un nuevo Eón: el de Horus, el niño-dios que representa el despertar de la conciencia y la autoafirmación.


En vez de resignarse al destino, Crowley proponía un giro radical: “haz tu voluntad”, y que el universo se doblegue ante tu propósito. Así, el Tarot de Thoth no solo servía para adivinar el futuro, sino que funcionaba como un panfleto místico, una invitación a romper cadenas y abrazar el caos creativo, todo envuelto en ilustraciones hipnóticas y llenas de poder simbólico.


El tarot en acción


Para Crowley, el tarot no era un simple oráculo de feria ni una herramienta para resolver dudas cotidianas como “¿voy a encontrar trabajo?”. En sus manos, las cartas se transformaban en auténticos dispositivos de poder. Cada tirada era una puerta meditativa, diseñada para sumergirse en estados alterados de conciencia y explorar los rincones más oscuros y luminosos de la mente.


Durante sus rituales, Crowley cargaba las cartas como si fueran talismanes, impregnándolas de energía y propósito en ceremonias cuidadosamente orquestadas. No se trataba solo de leer símbolos, sino de activar llaves cabalísticas capaces de abrir pasajes hacia los mundos invisibles, donde los arquetipos y las fuerzas ocultas podían ser invocados y dirigidos.


En definitiva, el tarot en manos de Crowley era menos una bola de cristal para predecir el futuro y más un cuchillo ritual: una herramienta afilada para cortar el velo de la realidad y acceder a dimensiones donde la magia y la voluntad se entrelazan.

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¿Y funcionaba?

Bueno, depende de a quién le preguntes. Para los tabloides victorianos, era pura charlatanería depravada. Para sus discípulos, era un mapa cósmico. Y para nosotros hoy, es una baraja que sigue fascinando: mezcla de arte psicodélico y manual de magia simbólica.


La verdad es que, aunque nunca “disparó” físicamente con sus cartas, sí logró lo que quería: hacer del tarot algo peligroso. No por las predicciones, sino por lo que despierta en la cabeza de quien se atreve a usarlo.


Referencias y fuentes


  • Aleister Crowley – The Book of Thoth (1944)

  • Lon Milo DuQuette – Understanding Aleister Crowley’s Thoth Tarot

  • Richard Kaczynski – Perdurabo: The Life of Aleister Crowley

  • Marco Pasi – Aleister Crowley and the Temptation of Politics


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