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Helena Blavatsky: La mujer que le habló al mundo desde el misterio

  • Foto del escritor: Francisco Moreno Rodríguez
    Francisco Moreno Rodríguez
  • 10 jul
  • 3 Min. de lectura


Imagínate esto: una mujer rusa del siglo XIX, viajando sola por Egipto, la India y el Tíbet, hablando de sabiduría ancestral, escribiendo libros inmensos sobre secretos del universo, y afirmando que estaba en con

Helena Blavatsky: La mujer que le habló al mundo desde el misterio
Helena Blavatsky: La mujer que le habló al mundo desde el misterio

tacto con maestros ocultos que le transmitían conocimiento perdido desde hace milenios.


No, no es una novela steampunk ni el guion de una peli esotérica. Esa mujer existió, y se llamó Helena Petrovna Blavatsky. Y si no la conocías, es probable que muchas de las ideas “espirituales” o “místicas” que has escuchado por ahí hoy, vengan —de forma directa o indirecta— de ella.


¿Pero quién era Blavatsky?

Blavatsky nació en 1831 en lo que hoy es Ucrania, dentro del Imperio Ruso. Desde joven mostró una mente inquieta y rebelde. Cuentan que desde niña decía tener habilidades paranormales, y que podía comunicarse con entidades invisibles. A los 17 se casó con un general 20 años mayor... y a los pocos meses lo dejó. Así empezaba su leyenda.

Lo más interesante es lo que hizo después: viajó por medio mundo buscando sabiduría oculta. Visitó lugares sagrados en Asia y África, convivió con lamas tibetanos (según ella), y regresó a Occidente con una visión que fusionaba el hinduismo, el budismo, la ciencia y el cristianismo esotérico.


La Sociedad Teosófica y el boom del esoterismo moderno

En 1875, en Nueva York, fundó la Sociedad Teosófica junto con Henry Olcott y William Judge. La idea era clara (aunque ambiciosa): crear una organización que uniera las religiones, investigara los poderes latentes del ser humano, y rescatara las enseñanzas antiguas antes de que se perdieran.


Sí, suena como algo salido de una secta rara, pero en realidad fue el origen de un montón de corrientes espirituales que vinieron después. Desde el New Age hasta algunas ideas modernas de reencarnación, karma, chakras o evolución espiritual, todas tienen algo de “blavatskiano”.


Sus libros: entre la sabiduría y la polémica

Blavatsky escribió dos obras monumentales:🌀 Isis sin velo (1877)🌌 La Doctrina Secreta (1888)


Son libros enormes, densos, crípticos, llenos de referencias ocultistas, mitológicas y científicas. Algunos los aman, otros los consideran un revoltijo de citas mal entendidas. Pero lo cierto es que dejaron huella.


Blavatsky decía que gran parte de su conocimiento venía de los Mahatmas, unos maestros espirituales que vivían en el Himalaya, y que se comunicaban con ella telepáticamente o dejándole cartas “materializadas”. Esto, como puedes imaginar, levantó críticas, sospechas y acusaciones de fraude.

Y sin embargo… ahí sigue su legado.


¿Genia o farsante?

Eso es lo que muchos se siguen preguntando. Algunos la ven como una de las grandes visionarias del pensamiento moderno. Otros, como una hábil manipuladora que sabía contar historias con un aura de misterio. Quizás era un poco de ambas cosas.


Lo que sí es cierto es que Blavatsky marcó un antes y un después en cómo entendemos la espiritualidad fuera de las religiones tradicionales. Habló de energías, de planos sutiles, del alma como viajera eterna… todo en una época donde esas ideas eran más propias de una novela que de una charla seria.


Entonces, ¿por qué importa hoy?

Porque muchas de las preguntas que ella se hacía siguen vigentes:

  • ¿Qué hay más allá de la materia?

  • ¿De dónde venimos realmente?

  • ¿Estamos solos en el universo?

  • ¿Existe una verdad detrás de todas las religiones?

Y también porque en un mundo saturado de información, a veces hace falta detenerse y explorar no solo los datos... sino el misterio.


Si alguna vez te encontrás con una edición polvosa de La Doctrina Secreta en una librería de viejo, abrila. Quizá no entiendas nada. O quizá sientas, aunque sea por un momento, que algo antiguo te está hablando desde las sombras.

Como diría la propia Blavatsky:

“No hay religión más elevada que la Verdad.”

 
 
 

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