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Agartha: la ciudad que nadie ha visto (pero todos ubican)

  • Foto del escritor: Francisco Moreno Rodríguez
    Francisco Moreno Rodríguez
  • hace 11 horas
  • 3 Min. de lectura
Agartha, la ciudad perdida
Agartha

¿Te ha pasado que de repente escuchas un nombre raro y sientes que ya lo conocías de alguna parte, aunque nunca hayas leído sobre eso directamente? Bueno, eso me pasó hace años con Agartha. Uno no sabe si es una ciudad, un continente, una idea loca, o puro humo de incienso esotérico. Pero el nombre está ahí, flotando en documentales mal editados de YouTube, en libros de ocultismo francés y en alguna que otra conversación con ese primo que cree que los nazis se escondieron en la Antártida.


Y como sé que a ustedes, mis 17 lectores de siempre, les gustan estas cosas raras tanto como a mí (aunque con escepticismo y café en mano), me puse a rascarle a este tema. Y esto fue lo que encontré.


¿Entonces qué es Agartha? ¿Una ciudad? ¿Un continente? ¿Un meme espiritual?


Depende de a quién le preguntes. Hay quien dice que Agartha es una ciudad subterránea llena de sabios inmortales, tecnología avanzada y vibraciones positivas (claro, no podían faltar). Otros aseguran que es todo un continente escondido dentro de la Tierra, al que solo puedes acceder por túneles secretos en el Himalaya, la Antártida o, por qué no, el Popocatépetl.


Y luego están los que creen que todo esto es un símbolo de una verdad espiritual escondida. O sea, Agartha no sería un lugar físico sino un estado mental, una forma elevada de conciencia, un “necesitas desbloquear tu Agartha interior, Holismo Bro!!”.


¿De dónde sale todo esto?

Aunque hay ecos de reinos subterráneos en muchas culturas (los budistas tienen a Shambhala, los hindúes a Patala), el nombre Agartha como tal aparece en el siglo XIX con unos franceses bien intensos. Uno en particular, Saint-Yves d’Alveydre, se aventó un librote donde habla de Agartha como un centro oculto de sabiduría que gobierna al mundo desde las sombras… pero con buena onda, no con piel de naranja y cabellos locos.


Él no decía que fueran reptilianos ni nada así. Más bien, era como una ONU espiritual de sabios iluminados, escondidos bajo tierra porque el mundo de la superficie es un desastre (en eso quizá no estaba tan errado).


Tierra Hueca: la teoría que no muere (aunque ya está bien enterrada)

En el siglo XX, todo se pone más turbio. Aparece la idea de la Tierra Hueca, que básicamente dice que el planeta es como un huevo kinder sorpresa: por fuera dura y por dentro lleno de cosas raras.


En esa visión, Agartha es el país principal dentro de ese mundo interno, con entradas en los polos y conexiones con otras ciudades como Telos o Shambhala. Algunos hasta dijeron que los nazis se refugiaron ahí después de la guerra. Otros creen que los extraterrestres grises vienen de Agartha, no del espacio.


O sea, ya todo se vuelve una sopa de letras esotérica: nazis + aliens + budismo mal interpretado + túneles infinitos, ni Will Smith podria con semejante pelicula.


¿Y hay pruebas? Bueno… no.

Nada. Cero. Nunca se ha encontrado una entrada, ni una foto, ni una tablilla con el nombre “Agartha” grabado. Lo más cercano que hay son textos esotéricos, visiones chamánicas, y relatos que se citan entre sí como si fueran fuentes históricas.

Pero eso no le quita lo sabroso al mito.


Porque, aunque uno no se lo crea, hay algo que nos encanta en la idea de un refugio oculto. Un lugar puro, intacto, lleno de sabiduría, lejos del caos que vivimos en la superficie. ¿Quién no querría eso? Es como la Tierra Prometida pero en modo subterráneo.


Mi conclusión: Agartha no existe, pero no importa

Yo no creo que Agartha sea real. Pero sí creo que es útil como símbolo. Porque nos dice mucho sobre nosotros: sobre cómo queremos creer que hay un lugar secreto donde todo tiene sentido, donde alguien cuida del mundo en silencio, donde la historia no es tan caótica como parece.


Tal vez Agartha sea eso: una especie de consuelo colectivo, un lugar imaginario donde nos sentimos menos solos.

O quizás solo es una idea cool para meter en novelas, cómics, y videojuegos (y sí, ya me dieron ganas de escribir algo con eso, sera el Legado 1915...).


Nos leemos, como siempre, con escepticismo y ganas de seguir explorando lo raro.

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